WASHINGTON, USA. – La participación en estas históricas elecciones en Estados Unidos ha sido la más alta en 120 años, y a la espera de conocer el resultado que mantiene en vilo al país, el candidato demócrata Joe Biden ha batido el récord de Barack Obama al convertirse en el aspirante presidencial más votado de la historia, con más de 70,1 millones de sufragios.
Los ajustados resultados en varios estados clave han impedido proclamar todavía un ganador, pero Biden parece cada vez más cerca de asegurar la Casa Blanca y ha instado a ser pacientes mientras se termina el escrutinio de todos los votos.
Mientras, el presidente Donald Trump y su campaña han sembrado dudas sobre la legalidad del cómputo y entablado demandas en varios estados, sentando las bases para disputar el resultado electoral en estados que pudieran decidir si se mantiene en el cargo.
LAS CLAVES DEL RECUENTO
La victoria de Biden en Wisconsin y Michigan, reclamando parte del muro azul que se le escapó a su partido hace 4 años, le ha dado el gran impulso para llegar a la presidencia. Ahora solo le falta asegurar uno de los estados péndulo para alcanzar los 270 votos electorales
El candidato demócrata no se ha declarado ganador aún, pero dice estar absolutamente confiado en la victoria una vez finalizado el escrutinio. “Nadie nos va a arrebatar nuestra democracia, ni ahora ni nunca”, dijo en un discurso con tono unificador y mesurado, a la vez que prometió gobernar como el presidente de todos los estadounidenses, sean demócratas o republicanos
Nevada no actualizará los resultados de la elección en ese estado sino hasta el jueves, ya que miles de boletas enviadas por correo no han sido contabilizadas en ese disputado estado.
La campaña del presidente ha pedido una revisión del escrutinio en Wisconsin y presentó demandas en Pensilvania y Michigan en un intento por impugnar el conteos de votos con una tendencia favorable hacia Biden.
También ha pedido detener el conteo de votos en Georgia, un bastión republicano desde 1972 y donde la diferencia entre Trump y Biden es de apenas 1 punto porcentual con el 94 de los votos contados. Hace cuatro años la victoria del presidente en ese estado fue con una diferencia de 5 puntos.
El presidente ha agitado los ánimos con una batería de mensajes incendiarios en redes sociales, etiquetados como engañosos, en los que ha sembrado la desconfianza sobre la legalidad del conteo. «Estamos en camino a ganar la elección. Francamente, ganamos esta elección», sostuvo el republicano, en un agravio sin precedentes al sistema electoral
En Detroit, Michigan, decenas de partidarios de Trump acudieron a un centro de recuento de sufragios pidiendo que se detenga el conteo de votos. Este estado vivió unas frenéticas 24 horas tras empezar mostrando una ventaja del presidente al inicio, misma que fue perdiendo hasta llegar a una voltereta que le dio el triunfo a Biden para llevarse 16 votos electorales, de acuerdo a los pronósticos.
Por el contrario, varios centenares de personas se manifestaron en Filadelfia, la principal ciudad del estado de Pensilvania, para que se cuenten todos los votos y se respete el proceso democrático de las presidenciales, que debe finalizar con el recuento de las papeletas enviadas por correo. Se estima que en Pensilvania fueron emitidos más de 2,6 millones de votos por correo, de los cuales para este miércoles aún quedaba más de un millón sin contar.
El equipo de Trump también buscará intervenir en un caso en curso en la Corte Suprema sobre la fecha límite para recibir boletas por correo en Pensilvania, aunque no ha habido informes de fraude ni cualquier otro tipo de preocupación por las boletas. El estado envió 3,1 millones de boletas por correo, las cuales toman tiempo en ser procesadas, y una orden permite que sean tomadas en cuenta hasta el viernes si tienen el sello postal hasta del 3 de noviembre.
Mientras en el bando republicano ya comienzan a aceptar la posibilidad de una derrota del presidente, tal como le han confirmado a la corresponsal en Washington del New York Magazine: “Han aceptado que la victoria está cada vez más lejos, muy difícil encontrar el camino, ya que los estados del medio-oeste acabarán todos del lado de Biden; de alguna manera, es el mejor final posible para Trump, que pataleará durante un tiempo pero acabará cansándose: ha superado ampliamente las expectativas, puede argumentar que hubiera ganado fácilmente sin la pandemia de por medio y ya no tiene que trabajar como presidente nunca más”.
Tras una larga noche electoral en la que acusó a los demócratas sin pruebas de querer robarse la elección, el presidente se ha negado a aceptar el desarrollo del proceso, declarándose ganador y amenazando con recurrir a la Corte Suprema para frenar la votación. Pero no sería un camino tan sencillo.
La respuesta del candidato demócrata no se hizo esperar. Su equipo de campaña dijo que haría frente a cualquier esfuerzo del presidente de recurrir a la máxima instancia judicial del país para impedir que se respete el proceso electoral. “Esto no acaba hasta que se cuenten todos los votos».
¿SE PUEDE DETENER EL CONTEO DE VOTOS COMO QUIERE TRUMP?
El especialista en derecho electoral Richard Hasen escribió en la revista Slate que “jamás han existido fundamentos para sostener que una boleta que llega a tiempo no se puede contar si los funcionarios no pueden terminar el recuento la noche de las elecciones”.
Edward Foley, profesor de derecho electoral de la Universidad Ohio State, tuiteó el miércoles: “Se contarán los votos válidos. La Corte Suprema solo intervendría si hubiera votos de calidez cuestionable que marcaran una diferencia, lo que podría no suceder. El estado de derecho determinará el ganador del voto popular en cada estado. Dejemos que el estado de derecho haga su trabajo”.
En todo caso, no hay manera de presentar una denuncia de fraude directamente ante la corte. Trump y su campaña podrían denunciar problemas por la manera como se cuentan los votos en estados individuales, pero tendrían que recurrir en primera instancia a un tribunal estatal o federal inferior.
EL FANTASMA DEL LITIGIO QUE LE DIO LA VICTORIA A BUSH EN EL 2000
El fantasma del litigio que proclamó presidente al republicano George W. Bush persigue ahora a los estadounidenses.
En el año 2000, la disputa se centró en Florida, donde Bush acabó imponiéndose a su rival, el demócrata Al Gore, por solo 537 votos después de que el Tribunal Supremo ordenara detener el recuento.
Lo cierto es que ambos candidatos llevan meses preparándose para el «déjà vu» de las elecciones del 2000: ambos han contratado a «ejércitos» de abogados que están listos para pelear por cada voto, ya que estos comicios podrían decidirse por solo un puñado de papeletas, tal y como ocurrió hace 20 años.
Desde hace meses, Trump ha sembrado desconfianza en el voto por correo -a pesar de que no hay pruebas de que se pueda llevar a un fraude generalizado-, y el pasado domingo adelantó que planeaba iniciar un litigio en el estado clave de Pensilvania si éste era ajustado.
Cualquiera de esos casos podría llegar hasta el Tribunal Supremo, la máxima instancia del país y donde actualmente hay seis jueces conservadores y tres progresivas.
Trump ha conseguido nombrar a tres magistrados para el Tribunal Supremo: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barret. Estos dos últimos formaban parte del equipo de abogados que representó a Bush en el litigio contra Al Gore, por lo que algunos analistas apuntan a un escenario favorable para el actual gobernante.
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